Saul Steinberg: humor con lápiz y papel

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DOS LIBROS RESCATAN DIBUJOS Y CARTAS DE SAUL STEINBERG / Elisabeth Moore / StylusArt.com / Valencia /

El gran número y la calidad de las ilustraciones, caricaturas y portadas que Saul Steinberg (1913-1999) realizó durante 50 años para la revista estadounidense The New Yorker (90 portadas y más de 1.200 dibujos) fue el colosal trabajo que lo encumbró en la cima de la ilustración periodística como “el gran dibujante del humor”, dicho por Vladimir Nabokov.

La Editorial Media Vaca acaba de publicar por vez primera en español dos libros magníficamente editados sobre este genial dibujante. Uno de ellos lleva por título “Cartas a Aldo Buzzi”, que reproduce la correspondencia entre ambos desde 1945 hasta 1999, año de la muerte del artista.

El otro es “Reflejos y Sombras”, cuyo texto contiene las conversaciones mantenidas en la casa de campo de Steinberg con su amigo Buzzi, como él también arquitecto de formación, que registraron en cinta magnetofónica, en dos ocasiones, el verano de 1974 y el otoño de 1977. Ambos libros son autobiográficos, describen distintas sociedades en una época convulsa, e intercalan una buena muestra de ilustraciones. El dibujante siempre fue muy esquivo y remiso a hablar de sí mismo, aunque finalmente dio permiso para su publicación tras eliminar las partes que consideraba más íntimas o que podrían ser consideradas ofensivas.

Saul Steinberg nació en Rumania en 1913, estudió arquitectura en Italia y tras varios años de represión fascista escapó a Estados Unidos, donde pasó el resto de sus días. Pero antes de llegar al continente americano, Saul Steinberg publicó sus dibujos humorísticos en La Codorniz. La revista española, en su primera etapa dirigida por Miguel Mihura, recogía los trabajos de célebres ilustradores de la publicación italiana Bertoldo, entre ellos el de un joven rumano que había ido a Milán a estudiar arquitectura pero que se abría camino satirizando arquetipos y diseñando personajes. Era el judío Saul Steinberg, que nunca llegó a firmar en la revista española, “para evitarse problemas”, según explica Vicente Ferrer, editor de Media Vaca.

“En la primavera del 40” dice Saul, “poco antes de que Italia entrara en guerra, esperaba ser arrestado. Sabía que el arresto tendría lugar entre las seis y las siete de la mañana. Hacían así porque, como explica también Solzhenithsyn, los arrestos se realizan en las horas ‘antisociales’ en que la sociedad duerme”.

Años más tarde, en una visita a España, envía una carta en 1957 desde Granada: “Estamos aquí sólo por hoy en un sitio horrendo de turismo: castañuelas, gitanos, souvenirs, casi peor que Sorrento. Pero el resto hasta ahora muy bonito e inesperado. Lo mejor, los lugares de mar, Almería, Cartagena, etcétera. Grandes hoteles decadentes, de estilo anglo-árabe, grandes playas desiertas. La comida es un desastre. Para digerir un almuerzo se necesitan dos horas”.

En estos dos libros el artista narra sus vicisitudes, que no se pueden separar de un trabajo artístico que bebía de las vanguardias de entreguerras tanto como del arte popular, de los rótulos, de la tipografía, de los dibujos de los niños y de los locos.

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