El río Duero describe un espectacular meandro en forma de gran V a su paso por la población de Castronuño, en Valladolid. La construcción de un embalse en 1940 propició la formación de un medio palustre, declarado Reserva Natural, en el que ha proliferado el bosque de ribera y la fauna.
Aquí se pueden encontrar varias especies amenazadas, como el lobo ibérico, tejón, turón, la garza imperial, aguilucho lagunero y el martinete, lo que no hace sino aumentar el valor que contiene el paraje de las Riberas de Castronuño.
Dentro de este espacio natural se encuentra la finca La Rinconada, adquirida en 1971 por los hermanos Isidro Rincón donde unos años más tarde recuperaron la tradición del cultivo de la vid, que había sido arrancada en la década de los 60. Allí plantaron acogidos a Vino de la Tierra de Castilla y León 20 hectáreas entre las Tempranillo, Syrah y Cabernet Sauvignon, en un suelo arenoso y de canto rodado, además de la Verdejo que cultivan en un viñedo próximo.
El enólogo es Ramiro Carvajo, que elabora en las instalaciones enológicas acondicionadas en un antiguo edificio de ladrillo macizo que en un tiempo fue almacén de grano. Los vinos más conocidos de esta bodega son los tintos Barcolobo, a los que se han unido el blanco de Verdejo fermentado en barrica desde hace tres añadas y el más reciente Lacrimae Rerum, rosado de Tempranillo con el que no paran de cosechar premios.
Sus vinos son diferentes a los de su entorno, modernos y con personalidad propia, un reto que han sabido conseguir para diferenciarse de los estilos clásicos de las emblemáticas zonas vinícolas que les rodean, como Toro, Ribera de Duero y Rueda.
El vino emblemático de la bodega es el tinto Barcolobo, con 12 meses de crianza en barricas de roble francés, hecho con una base principal de Tempranillo, con Syrah (20%) y un toque de Cabernet Sauvignon, que oscila entre un 10 y un 5%, según las añadas.
El BACOLOBO de 2011 presenta un bonito color rojo cereza de capa media, con un ribete que todavía presenta tonos violeta. El aroma es de buena intensidad, con presencia de frutos frescos rojos y negros, es balsámico, con suaves recuerdos especiados (clavo, pimienta, vainilla) y ahumados. De cuerpo medio, los taninos se muestran maduros, vivos, pero no resulta astringente por su extracto moderado, con destacable acidez, fresco, frutoso y de largo recorrido. Sólo necesita tiempo en botella para estar aún mejor.
Un vino para disfrutar de él durante las comidas, su frescor limpia el paladar y hace que platos de carnes contundentes parezcan más ligeros.
Barcolobo 2011: 14 €
