Equilibrio en la altitud. Cota 830, Bodegas 40 Grados Norte

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Uno de los factores que influyen en la calidad de las uvas para vinificación es el de la altitud a la que han sido cultivadas. Los viñedos de Colomé, en Argentina, son los más altos del mundo, llegando a los 3.015 metros sobre el nivel del mar, seguidos por los de Bután, nada menos que a 2.750 metros, en plena cordillera del Himalaya. En la Península Ibérica encontramos vides sobre los 1.500 metros en las estribaciones de Sierra Nevada; y en las Islas Canarias hay parcelas de Listán Blanco próximas a los 1.600 metros de altitud.

En el caso de las uvas cultivadas a cotas elevadas sus vinos presentan mayor concentración de aromas, sabores y color, debido a una mayor radiación solar. Pero también hay más aireación, lo que redunda en la sanidad de la fruta; y se produce una gran diferencia térmica entre el día y la noche. Con ello la maduración se desarrolla de forma más pausada y se mantiene la acidez, por lo que se pueden conseguir vinos frescos, intensos y complejos.

40-grados-norte-logoDespués de estar rodando por el mundo, entre los viñedos de la pre-cordillera de los Andes en Argentina y en Nueva Zelanda, el enólogo Alex Martín se decidió a emprender el proyecto de Bodegas 40 Grados Norte junto con sus primos David y Jorge Mocholí, que se encargan de los apartados comercial y financiero de la sociedad. Trabajan con viñedos arrendados en la zona de La Vallesa, en el término de la población valenciana de Siete Aguas, a una altitud de 830 metros, de donde viene el nombre de su tinto Premium.

Allí cultivan viñas de Bobal y de Tempranillo de más de 50 años, en vaso y en secano. De la zona del río Clariano, en Fontanars dels Alforins, utilizan una pequeña cantidad de Cabernet Sauvignon, que fusiona la estructura de este vino. La idea es realizar una viticultura de altura con la intención de alargar el ciclo de maduración de las uvas para conseguir equilibrio, tanto en la pulpa como en el hollejo de las uvas.

Al servir en la copa el Cota 830 se aprecia el gran extracto de este vino, color granate de capa alta, casi opaco, con una abundante y densa lágrima que tiñe la copa. Aroma intenso, que recuerda a bayas silvestres maduras, a confitura de moras y arándanos, con suaves toques especiados y tostados por su crianza de 18 meses en barricas de roble francés. Es balsámico, con notas de mentol y regaliz. En boca tiene una buena entrada, tiene cuerpo, es goloso, sabroso y con buena acidez. Redondo y equilibrado.

Cota 830, cosecha 2007: 14 euros

 

 

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