El Nautilus y James Bond

Texto y fotos Josep Galbany.

Este verano fuimos a darle la bienvenida a nuestro amigo Salva. Volvía de Cuba navegando en solitario después de haber recorrido las costas de América durante más de 10 años. Su velero es un Beneteau Oceanis 500, en el que ha vivido, charteado y viajado por todo el Caribe. Pero la tierra es la tierra y por eso ha querido volver una temporada por Valencia y por sus estimadas Islas Baleares.

Quedamos en Barbate (Cádiz) para darle la bienvenida y celebrarlo. Hacía dos años que no lo veíamos. Barbate y Zahara de los Atunes fue el lugar ideal. Buen puerto, aunque un poco caro (43 euros/día) y la mejor mojama de atún del país. También lo celebramos con un buen jamón de bellota, puesto que Salva hacía años que no había tenido ocasión de cortar uno a cuchillo.

Navegar por el Estrecho fue muy emocionante. Ver África y Europa tan cerca una de otra es impresionante. El segundo día, en medio del mar apareció el Peñón de Gibraltar. El viento de poniente nos era favorable pero había que estar vigilantes, sobre todo en navegación nocturna, por la gran cantidad de mercantes que atraviesan el Estrecho o que van hacia Algeciras y Gibraltar.

Días más tarde, ante Motril y con calma chicha, un banco de delfines nos visitó. La transparencia del agua y la ausencia de olas hizo de todo aquello un momento mágico. Parecía que los podíamos tocar y que Ulises aparecería en cualquier instante. Una preciosa puesta de sol y unas cervezas frías nos hicieron sentir como los más privilegiados navegantes del mundo.

Al día siguiente el viento de sur-este nos permitió parar el motor y buscar un rumbo lejos del tránsito de los grandes petroleros y buques mercantes. Por un momento, dudamos de hacer proa hacia las islas Chafarinas, frente a la costa de Marruecos. Allí vivió el último ejemplar de foca monje del Mediterráneo. Antes, esta especie había vivido por todo nuestro litoral y la isla de Tabarca, en Alicante, es un ejemplo. Pero marcamos rumbo directo a Formentera. Dos días más tarde la avistamos al amanecer. Qué bonita es vista desde mar abierto. Si del Mongó dicen es un ciprés caído, Formentera me pareció de lejos una gran ballena. El primer faro que vimos fue el de Barbería. Siempre que lo veo me recuerda la película Lucía y el Sexo, de Julio Medem. Os la recomiendo si queréis descubrir la Pitiusa menor.

Pasamos la primera noche en Cala Saona. Hacía 10 años que Salva no fondeaba en esta cala, y dijo: ¡La hostia, vaya “tractores”! (para referirse a los yates de lujo). Veo que con la crisis económica que estáis sufriendo no ha crecido el número de barcos, pero sí su tamaño. Esto siempre lo dice de los yates de lujo, pero de los veleros tipo America´s Cup no dice lo mismo. Entonces exclama: !Cojones, qué preciosidad!

El mega tractor.

Y para tractor el que vimos tres días más tarde, en Cala Porroig, al sur de Ibiza. De lejos ya era espectacular. Durante la aproximación apostamos por si era un catamarán, un trimarán, el Nautilus del capitán Nemo o un barco sacado de una novela de Ian Fleming. Vosotros juzgaréis.

Le dimos la vuelta con admiración. Nunca habíamos visto un yate tan espectacular. Sus tripulantes no se inmutaron a nuestro paso, pero yo me sentí intimidado. Le dije a Salva… ya verás cómo antes de llegar a Es Vedrà una lancha cargada de guardaespaldas nos hundirá el velero a tiros por haber hecho las fotos.
Afortunadamente esto no pasó!

Datos del tractor:

Eslora: 120 metros
Manga: 18´8 metros (3 piscinas)
Nombre : “A”, de Alexandra, su mujer.
Propietario : Andrei Melnichenko (36 años)
Pabellón: Islas Bermudas
Diseño del francés Philippe Starck, astilleros Blohm&Voss (Alemania)
Precio estimado: 300 millones de dólares americanos
Año de construcción: 2008
Tripulación: 37 marineros uniformados.
Otros: Sistemas de seguridad con huella digital. Suite principal 239 metros cuadrados.

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