¿Por qué se me ocurriría hacer aquel chiste fácil sobre “hacerle una francesinha” a mi amiga cuando leí esa palabra escrita en la puerta de un bar de Oporto?
- Cómo ¿Que no sabes lo que es una Francesinha? Pues tienes que probarlo.
Y yo, que sigo siendo un poco ingenua, me hice ilusiones con las posibilidades de la variante, que resultó ser un sándwich típico de la ciudad de Oporto. Pero no se trata de un emparedado cualquiera, sino que es un plato de culto en Portugal compuesto por diversos tipos de carne (ternera o lomo), linguiça (salchicha local ahumada) y fiambres, contenidos entre gruesas rebanadas de pan de molde, cubierto todo de queso fundido, coronado por un huevo frito a la plancha, sobre el que se vierte abundante salsa picante caliente hecha a base de tomate y cerveza, rodeado de patatas fritas. Olé!
No hacía mucho que nos habíamos levantado, después de remolonear un poco entre las sábanas, y la leche con cacao y las torrijas con miel que había tomado en el desayuno se revolvieron en mis tripas, en clara señal de advertencia de que allí no cabía nadie más, por el momento.
Oporto es muy bonito en cualquier época del año. Su orgullosa decadencia es uno de sus atractivos con mayor personalidad. Dedicamos el día a callejear por la ciudad y al siguiente cruzaríamos a la otra orilla del Douro para tomar sus vinos dulces en alguna de las bodegas de Vila Nova de Gaia. Así que salimos de la Rua das Taipas, una calle que fue cerrada en 1485 y las puertas y ventanas de sus casas cegadas para aislar a sus moradores durante un brote de peste, al desconocer entonces que la enfermedad no se transmitía entre las personas, sino que las responsables eran las ratas. Visitamos la estación de São Bento; la iglesia de São Francisco; contemplamos la Torre Dos Clérigos (se puede subir) y después flipé en la magnífica Librería Lello, con sus escaleras curvas que se retuercen hasta el piso superior persiguiendo los sueños, encuadernados y ordenados en sus estanterías.
El origen de la Francesinha
A la hora del almuerzo mi amiga insistió en que ingiriera una francesinha, así que dejamos el bacalao para la noche y nos encaminamos hacia el Café Santiago, su local preferido para tomar esta especialidad.
El origen de este sándwich es incierto, aunque gana la versión de que Daniel David Silva la popularizó en el Restaurante Regaleira a su regreso de Francia en la década de 1950. La receta parece inspirada en los clásicos sándwiches croque-monsieur y croque-madame, de donde procede el nombre.
A la puerta del local esperaba su turno bajo la lluvia una docena de personas. Bueno -pensé- debe valer la pena. Así que dimos nuestros nombres al camarero que regulaba el acceso, mientras los de afuera mirábamos no sin cierta ansiedad cómo los que habían llegado antes que nosotras devoraban sonrientes sus condumios.
No esperamos mucho, la verdad, en menos de veinte minutos estábamos sentadas a una mesa con mantel de papel en medio de un ruidoso comedor, ante un par de Super Bock, marca local de cerveza de tipo pale lager, con más fortaleza que las rubias usuales.
Y llegó mi Francesinha, completita que, para una vez, la había pedido con todo el equipamiento. Y era lo que parecía, una cosa potente, grande y lustrosa, rodeada de patatas fritas, a la que daba miedo hincarle cuchillo y tenedor. El sabor potente, marcado por el ahumado de la salchicha local, lomo, mortadela, emulsionado todo por el huevo y el queso fundido. La salsa hacía más jugoso el bocado y la cerveza entraba fenomenal con el suave picante. No hace falta decir que no pude acabarme el plato.
Para recuperarnos de la experiencia fuimos a tomar el café y una copa de tawny añejo al glamuroso Café Majestic, reducto de La Belle Époque, rodeadas de mármoles, esculturas y maderas nobles, atendidas por guapos camareros uniformados.
Receta de Francesinha
Ingredientes para una Francesinha: 3 rebanadas gruesas de pan de molde tostado, 2 filetes de cerdo o ternera a la sartén. 2 salchichas (linguiça) abiertas longitudinalmente y asadas. 6 rodajas de chorizo o de mortadela. 5 lochas de queso para fundir. Un huevo frito a la plancha.
Montar los ingredientes siguiendo nuestra lógica para que permanezca estable. Si ponemos huevo frito y queremos que sobresalga la yema, tendremos que vaciar un círculo con un molde sobre la última capa. Cubrir completamente con las lonchas de queso e introducir unos minutos en el horno hasta que funda el queso sin llegar a tostarse. Sujetar el conjunto pinchando un palillo en una esquina.
Para la salsa: 1 cebolla, 1 ajo, 400 g de tomate triturado natural, una lata de cerveza, 1/2 vaso de vino generoso o 2 chupitos de brandy, 1 cucharada de harina de maíz refinada, 1 hoja de laurel, sal, aceite de oliva y picante (chile, tabasco).
Sofreír la cebolla y el ajo hasta que cojan color. Añadir el tomate triturado, freír y triturar. Añadir el resto de ingredientes: la lata de cerveza entera, el vino, el whisky, la hoja de laurel, la sal y el picante. Diluir la harina de maíz refinada en un poco de agua fría e incorporar. Dejar hervir hasta que la salsa tenga una cierta consistencia, 20 minutos aprox. Cubrir la Francesinha recién salida del horno con abundante salsa.
Se suele servir acompañada de patatas fritas. No he calculado las calorías. Para qué.
Café Santiago. Tf: 222 055 797
Rua Passos Manuel 226, PORTO