Mi sueño es volver a Nepal. Crónica de un viajero al país de los dioses

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Que no se olvide a este pueblo amable y luchador cuando deje de salir en la televisión y que se les ayude primero a vivir, luego a reconstruir sus casas, y más tarde, si se puede, su legado histórico / Texto: Rafael Salom Lizama / StylusViajes /

La primera vez que anuncié que iba a Nepal, una compañera de trabajo me recomendó visitar la residencia de la Kumari Devi, la diosa niña, un palacio de ladrillo rojo con balcones tallados de madera, que estaba en un lateral de la Plaza Durbar de Katmandú. La pequeña diosa viviente debía pasar un proceso de selección riguroso. Debía pertenecer a una casta en particular -la Newari Shakya-, no tener marcas en el cuerpo y pasar diferentes pruebas como no tener miedo a la presencia de animales muertos o fantasmas. Aunque sí lo hacía en secreto, la Kumari sólo salía de forma pública de su palacio una vez al año así que en esa ocasión, aunque lo intenté, no la pude ver.

Mi sueño es volver a Nepal. Crónica de un viajero al país de los diosesCinco años después, por una cuestión del azar o tal vez divina, volví a intentarlo y esta vez sí: el 19 de agosto de 2009 vi con mis propios ojos a la Kumari, la reencarnación viva de la diosa Durga. Así que comprobar que, mientras pasaba la comitiva real portando a la diosa niña bajo palio, no sólo yo, sino miles de personas comenzamos a levitar de emoción, fue sólo un detalle sin importancia. No en vano, era la primera diosa viva que veían mis ojos. Hoy Durbar Square ya no existe, o al menos, ese lugar mágico, donde los palacios, pagodas y templos, algunos del siglo XII, te transportaban de inmediato a otra época y, si se me permite, a otro estado de espiritualidad.

Tantos templos como casas, tantos dioses como habitantes

Puede que resulte difícil de entender que comience una crónica tan trágica hablando de dioses, pero no lo será tanto si se tiene en cuenta que en Nepal, único país hinduista del mundo, conviven más de treinta y tres millones de divinidades, más que habitantes -veintiocho millones-. Quien haya visitado esta tierra se dará cuenta de que la religión está en todas partes y rige el devenir diario de cada acto de los nepalíes. Tal vez por ello, la tragedia que azotó Nepal el 25 de abril en forma de terremoto es todavía más terrible si cabe. Se calcula que son más de siete mil las víctimas mortales del terremoto y más de catorce mil los heridos. Y al dolor de la pérdida de los seres queridos estos habitantes serenos y de sonrisa franca han de unir la destrucción de la mayoría de sus templos y centros de culto, que es su más preciado tesoro, ése que les permite vivir en contacto diario con sus dioses.

En Nepal, así como en la India, el sentimiento religioso tiene una presencia tan palpable que puede llegar a impresionar al viajero que no esté acostumbrado a devociones callejeras y actos de culto aparentemente inexplicables. Aquí nació el hinduismo y el budismo, y en ocasiones estás dos religiones se entrelazan de tal forma que crean una mezcla difícil de diferenciar. Los budistas, cuyo creador Siddharta Gautama, Buda, nació en la población nepalí de Lumbini, mantienen que los tres principales dioses hindúes, Brahma, Shiva y Visnú fueron originados por el propio Buda; mientras que los hindúes afirman que Buda es la novena encarnación de Visnú. Estas dos religiones conviven en total armonía con los católicos y los musulmanes que son colectivos muy minoritarios.

Mi sueño es volver a Nepal, www.globalstylus.com, www.stylusviajes.comA mucha gente le asombra cómo después de saber que el terremoto ha afectado a 8 millones de nepalíes, que un millón y medio necesitan ayuda urgente para poder comer y que se han destruido más de la mitad de las casas, no haya habido hasta ahora ningún estallido violento y el comportamiento de la población haya sido ejemplar. Modestamente, creo que, de nuevo, tenemos que volver la mirada a estas dos religiones basadas en la tolerancia y el respeto. Según dicen los hindúes “la verdad tiene varios nombres, pero puede que existan otras verdades”, en alusión a la existencia de un dios y de las miles de representaciones de los mismos.

Tanto budistas (cuya corriente mayoritaria es la tibetana) como hindúes creen en la reencarnación aunque bajo diferentes concepciones. Para los hindúes el alma es inmortal, así que cuando alguien muere entra en otro cuerpo donde podrá resolver las cuestiones que no hubiera podido solucionar en este mundo. Por ello, el Karma define lo que uno obtendrá en la siguiente vida, es decir, que buenas acciones generan un buen Karma, y malas acciones alejaran a esta persona del camino para que se salve su alma. Evidentemente, no conviene olvidar que el hinduismo también sustenta el sistema de castas que determina la vida de las personas, pero en Nepal tal diferenciación no es tan extrema ni tan visible como en la India.

Mi sueño es volver a Nepal, www.globalstylus.com, www.stylusviajes.comKatmandú, cruce de caminos

Si Dominique Lapierre llamó a Calcuta La ciudad de la alegría, para mí esta ciudad es Katmandú. Puede que porque las dos veces que la he visitado me haya encontrado de golpe con gente acogedora, cálida, pacífica y vitalista. O puede que por pensar que éste es el único país donde se saluda con una sonrisa. Una sonrisa que ahora se ha transformado en un profundo llanto al que no están acostumbrados y al que no quieren acostumbrarse.

En los años sesenta y setenta la capital de Nepal fue paso obligatorio de turistas occidentales que daban rienda suelta a sus rituales iniciáticos, música psicotrópica y a su coqueteo con la heroína y marihuana (muy baratas y accesibles por aquel entonces). Katmandú formaba parte de la ruta de las tres “K”, junto con Kuta (la actual Bali) y Kabul (Agafganistán). Más tarde, el movimiento hippie dio paso a un turismo más aventurero y se convirtió en una de las entradas naturales a Asia, no sólo por ser el lugar donde surgieron el budismo y el hinduismo, sino por considerarse la Puerta del Cielo, y es que desde aquí, los días de claridad, es posible divisar la silueta de ocho de los catorce “ochomiles” que existen en el mundo. En especial desde la localidad de Nagarkot, el mejor punto para contemplar el amanecer sobre la Cordillera del Himalaya, una experiencia que aviva el sentimiento silencioso de unión con la tierra al presenciar el techo del mundo, las montañas de la nieves eternas.

Mi sueño es volver a Nepal, www.globalstylus.com, www.stylusviajes.comKatmandú es parada obligatoria no sólo para los valientes que desean encaminarse al Everest (o que, como yo hice, puedan verlo mediante un vuelo en avioneta,) sino también para los que desean realizar un trekking al Annapurna a más de cuatro mil metros de altitud o los que desean visitar sus impresionantes parques naturales, como el desgraciadamente conocido como Valle de Langtang.

Según relatan algunos supervivientes al terremoto, en este valle “la Tierra se les vino encima”, y sepultó bajo el lodo, barro y rocas a centenares de personas que estaban en este lugar idílico de pastores y campesinos cuando la montaña de Lirung se desplomó sobre ellos. La mayoría de las víctimas eran refugiados tibetanos que vivían en tiendas de campaña o, los más afortunados, en casas hechas de piedras y barro. El otro grupo de víctimas más numeroso lo formaban turistas que recorrían este conmovedor valle, ya que precisamente es en esta época -de abril a mayo- cuando los expertos dicen que es más seguro hacerlo. Realizar un trekking no consiste sólo en caminar por senderos que se internan en montañas inhóspitas, sino que también es la forma más directa de conocer a los nativos, sus costumbres, y también la fauna y flora local. Pasear y pararse a descansar en caseríos olvidados donde hay un pequeño hospedaje y la gente rezuma amabilidad, compartir con ellos la comida, contemplar el paso lento de los campesinos con su topi -el gorro típico nepalí- y dejarse embelesar por el ajetreo continuo de los niños y mujeres, siempre sonriendo, mientras cosechan las hortalizas que más tarde venderán en algún pequeño mercado.

Mi sueño es volver a Nepal, www.globalstylus.com, www.stylusviajes.comKatmandú, Bhaktapur y Patan : las tres ciudades reino

El epicentro del terremoto se situó aproximadamente a ochenta kilómetros del Valle de Katmandú -de unos 25 km de extensión-, formado por la capital y por las ciudades vecinas de Bhaktapur y Patan. Las tres estuvieron concebidas desde su construcción, allá por los siglos XVII y XVIII, como monarquías independientes, con su propio rey, sus palacios para los cortesanos y sus templos; por eso había centenares de ellos en apenas unos kilómetros y por eso, el occidental veía en este valle un sitio legendario cuyo aroma le transportaba a una época mágica donde convivían dioses, elefantes, dragones y guerreros mitológicos.

Las tres ciudades tienen la misma estructura: una gran plaza que alberga los palacios reales, templos y estupas -templos budistas con estructura semiesférica- y una zona, alrededor de la plaza, de casas bajas con tallados de madera donde conviven los comerciantes artesanos, los orfebres, los vendedores de marionetas, de tangkas -las pinturas religiosas originarias del Tíbet, donde se describen Budas y otras deidades-, de pergaminos de papel de arroz y de kukuris -el cuchillo tradicional del ejército Gurka de la Armada Real de Nepal-, con los que tan sólo pueden ofrecer una pieza de bronce envejecido, un mandala -la representación geométrica del Universo- o un bote de bálsamo de tigre.

El centro neurálgico de Katmandú es el barrio de Thamel. Aquí se puede -y espero que se pueda en el futuro- encontrar de todo, hostales baratos, tiendas de ropa de montaña y de segunda mano, souvenirs de toda clase, antigüedades, puestos de comida callejeros, agencias de viajes, alquiler de materiales, restaurantes con comida vietnamita y tailandesa, pero también australiana, italiana y rusa, y numerosos bares con música en directo donde el viajero comparte sus experiencias con otros trotamundos y también con vecinos locales que quieren aprender el idioma. Los nepalíes son amables, trabajadores y muy inteligentes, y además saben que en esta ciudad de tránsito, hablar otros idiomas les puede facilitar la salida de la pobreza que, por otra parte, es la situación más extendida de la población. Una vez escuché que la llamaban la pequeña Ámsterdam de Asia, por el ambiente multicultural y amable que se respira en sus plazas y callejuelas.

Mi sueño es volver a Nepal, www.globalstylus.com, www.stylusviajes.comLa destrucción de un legado divino

En el valle de Katmandú existen más de cien monumentos ancestrales. Siete de ellos son Patrimonio de la Humanidad según la Unesco. De ellos, seis han quedado parcial o totalmente destruidos por el terremoto.

Para tener una visión a ojo de pájaro de la ciudad es necesario acudir a uno de ellos: la estupa de Swayambhunath, creada en el siglo V, que se encuentra en una colina a dos kilómetros del centro histórico y a la que se accede después de subir 365 escalones. Éste es el templo budista más importante junto con la estupa de Boudhanath. También se le conoce como el Templo de los Monos por los centenares que allí habitan. En la estupa destaca la figura central con los ojos de ‘Buda que todo lo ve’. Las estupas se recorren en el sentido horario, y los peregrinos pueden a su vez girar las ruedas de rezo rellenas de oraciones en señal de respeto. Hoy sabemos que este templo forma parte del pasado. El terremoto lo ha destrozado casi por completo.

También en Katmandú, la Torre Dharahara, todo un símbolo para el país, levantada en 1932, es hoy una montaña de escombros. Cerca de aquí, en la Plaza Durbar donde estaba la residencia de la Kumari, la diosa niña, y todo símbolo para el budismo, hinduismo y tantrismo es un solar donde se amontonan los cascotes. Cerca de aquí había una estatua del dios Shiva enfadado. Recuerdo que nos contaron que cuando alguien tenía una duda importante con respecto a una persona, se la traía hasta aquí y le hacía la pregunta, ya que delante de la representación de este dios era imposible mentir.

También ha resultado dañado el tercer lugar más importante de peregrinación para el mundo hinduista, el Templo de Pasapatinah, a orillas del río Bagmati. Aunque no es tan grande como el impresionante Ganges a su paso por Benarés, se puede contemplar la cremación de cadáveres en sus riberas, un rito sagrado para los hindúes.

Mi sueño es volver a Nepal, www.globalstylus.com, www.stylusviajes.comLo mismo ha ocurrido con la Plaza Durbar de Bhaktapur, conocida como la Joya Cultural de Nepal. En esta misma plaza Bertolucci rodó El pequeño Buda, y en cambio hoy podemos ver a través de la pantalla la desoladora imagen de niños removiendo ladrillos y trozos de piedras con sus manos por si encuentran algún objeto de valor, mientras los occidentales nos seguimos preguntando dónde estarán las excavadoras y los camiones que no vemos.

Aquí estaba  el templo Nyatapola, el más grande del valle. Tenía una gran escalera donde dos luchadores reales gigantes, con la fuerza de diez hombres cada uno, custodiaban la entrada. También valiosísimas eran las tallas eróticas en las molduras de muchas construcciones y que recreaban centenares de posturas sexuales. Hoy, todo esto, también está parcialmente destruido.

A unos cinco kilómetros de Katmandú está Patan, conocida como Latitpur -ciudad de la belleza-, y cuya plaza principal también ha quedado reducida a escombros. Era Patrimonio de la Humanidad. También han resultado dañados el Templo Boudhanath, el Templo de Manakamana -uno de los más importantes del hinduismo- y la escuela más antigua del país, la Durbar High School de estilo neoclásico.

No he pretendido realizar un listado de todos los edificios destruidos o dañados, pero sí de los que he podido contemplar su belleza. En estas líneas he tratado de explicar la importancia que para los nepalíes tienen sus lugares sagrados, ya que los consideran unos espacios divinos que les une con sus antepasados, con su alma y con su vida futura. Para darse cuenta de la magnitud de la tragedia bastaría con imaginarse que, de pronto, quedaran destruidas completamente la Giralda de Sevilla, la Sagrada Familia de Barcelona, el Acueducto de Segovia, la Alhambra, la Catedral de León y el Miguelete de Valencia. Y todo eso a la vez. Y todo eso en un minuto.

Nepal también es el país de los niños, esos que recorren sus calles y se acercan al viajero y les preguntan por su lugar de procedencia sin pedir nada a cambio. Hoy muchos de ellos han quedado huérfanos. Sin duda la mayor tragedia, siempre incomparable con cualquier daño material y que siempre tenemos que tener en nuestro pensamiento en primer lugar es la pérdida de más de siete mil vidas. Más de siete mil almas que, donde quiera que estén, se preguntaran por qué en el País de los Dioses la tierra les ha castigado de forma tan cruel.

Mi esperanza es que no se olvide a este pueblo amable y luchador cuando dejen de salir en la televisión y que se les ayude primero a vivir y luego a reconstruir sus casas, y más tarde, si se puede, su legado histórico. Mi sueño es volver a Nepal y que tanto su población como su vida recuperen la fuerza, el vigor y la alegría que yo recuerdo, y ayudarles en lo que pueda a que recuperen la sonrisa con al que siempre me recibieron.

Nota del Autor: Según Unicef en Nepal hay tres millones de niños en peligro.

Estas son algunas de las ONG que están trabajando en Nepal:

Acción contra el Hambre

Comité Español de ACNUR

Cruz Roja Española

Farmamundi, Farmacéuticos Mundi

Oxfam Intermon

Save The Children

Unicef Comité Español

 

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2 thoughts on “Mi sueño es volver a Nepal. Crónica de un viajero al país de los dioses

  1. Victoria Abad

    Precioso reportaje “Mi sueño es volver a Nepal”
    Se nota que realmente Nepal le llegó al alma y que sabe que ya nada será igual.
    Quizá espera que estas personas que tanto le dieron en su momento, reciban algo de todos nosotros, ahora que tanto lo necesitan ellos.
    Enhorabuena

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  2. juanfri

    Yo viajé a Nepal contigo y comparto los sentimientos que describes. Si de algo me acuerdo más vívamente es de la alegría de la gente, sobre todo de los niños.

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