Malleolus Emilio Moro, Pesquera de Duero, Valladolid. Elegancia de la Tinta Fina.
Cuando el terreno es el adecuado la Tinta Fina (Tempranillo) no necesita de ninguna otra uva para encontrar por sí sola el equilibrio en un gran vino. José Moro representa la tercera generación de vitivinicultores al frente de Bodegas Emilio Moro, en Pesquera de Duero, Valladolid.
Esta bodega castellana trabaja con 200 hectáreas de su propiedad, más otras 500 que tiene arrendadas. Los Malleolus proceden de viejas viñas que tienen entre 25 y 75 años, plantadas en las partes más altas de las parcelas, a más de 800 metros de altitud. Tienen algunas de las viñas más antiguas en una de las mejores zonas de su Denominación de Origen. Por eso colaboran con la Universidad de León desde hace diez años en diversas líneas de investigación, como la obtención de un clon propio a partir de algunas de sus cepas centenarias o las relaciones nutricionales entre los distintos suelos y la planta.
Hace unas semanas tuvimos la ocasión de participar en una cata vertical de este significativo vino de Ribera de Duero. Comenzamos con el Malleolus de 2008, la añada más joven que tienen en el mercado. Un vino con 18 meses de crianza en diferentes tipos de barrica de roble de distintas procedencias. Es de color granarte, de capa media, ribete con tonos violeta y densa lágrima. Aroma intenso a frutas rojas y negras maduras, presentes todavía las maderas, especiados, tostados y empireumáticos, se tiene que ensamblar. En el paladar se muestra con cuerpo, equilibrado, sabroso, frutoso, con taninos algo marcados, por pulir, pero bien maduros.
El Malleolus de 2005 demostró encontrarse en un momento óptimo para disfrutar con él. Musculoso pero con elegancia. Granate, de capa alta, con un ribete vivo, sin atisbos de evolución. Necesita un tiempo de oxigenación, cuando se abre se muestra sólido, compacto, bien armonizado, de gran complejidad, con mucha fruta roja y negra bien madura, recuerdos de guindas en licor, chocolate, ahumados y mentolados. En la boca es potente, amplio, vivo, con largo postgusto.
El remate lo puso un aterciopelado y delicioso Malleolus de 1998 ya con tonos caoba, primera añada de un vino con la que acuñó su propio estilo en la Ribera del Duero. Desde entonces se clasifica con la contra etiqueta genérica de vino de añada, escapando de los conceptos de crianza y reserva, para así dar el tiempo de permanencia en barrica que se considere oportuno.
Malleolus 2008: 32 euros