Cuando Bàrbara Mesquida Mora tan sólo contaba 24 años en 2004 tuvo que hacerse cargo de la bodega fundada por su bisabuelo, Jaume Mesquida, en la población mallorquina de Porreres. Junto con su hermano Jaume han transformado la primigenia bodega familiar en un nuevo proyecto, Mesquida-Mora, donde el cultivo ecológico da un paso más.
Utilizan técnicas de agricultura biodinámica con aval Demeter, empeñados en sustituir el tractor de inyección diesel por la tracción animal de un par de mulos para labrar los viñedos, que no apelmazan el subsuelo con su paso. Podan las vides según el calendario lunar, trabajan con cubierta vegetal, elaboran su propio compost y utilizan infusiones de plantas medicinales para prevenir enfermedades, con lo que han conseguido reducir un 75% las dosis de cobre y azufre utilizadas cuando es necesario para combatir las plagas fúngicas de oídio y mildiu.
Con esta mentalidad, Bàrbara quiere evolucionar como viticultora y dejar paso a la búsqueda, la sorpresa, la aventura. Como a ella misma le gusta decir “es una forma espiritual de hacer agricultura, pero con los pies en la tierra. Podríamos decir que para elevarnos hasta el cielo necesitamos tener los pies en la tierra”.
“La producción se ha reducido, pero el viñedo está más sano y los vinos más equilibrados”, nos comenta. Los blancos de 2013 están elaborados sin sulfitos añadidos, y en tintos con barrica encontramos dos, Trispol y Sòtil, muy diferentes entre sí. El primero es tierra, cuerpo y estructura, mientras que el segundo es ligereza y sutilidad.
En Mallorca el término ‘trispol’ se refiere al suelo embaldosado. En la etiqueta han plasmado el diseño del pavimento hidráulico de la casa de sus abuelos maternos, el que pisaron en su infancia. Mientras que ‘sòtil’ hace referencia al techo, tras el que también se encuentra el cielo. Ambos elementos los consideran necesarios para emprender cualquier proyecto.
El TRISPOL de 2010 está hecho con Callet, Cabernet Sauvignon y Syrah. Es de color rojo picota de capa media-alta y ribete violáceo. El aroma es de buena intensidad, con presencia de fruta roja muy madura (cerezas), algarrobas, y notas de la crianza, especiados y ahumados, con recuerdos balsámicos y a monte bajo. En el paladar tiene buena entrada, cuerpo y estructura, taninos maduros, equilibrado, goloso, vuelve la sensación de frutas negras maduras, que persiste en el paladar.
Un vino al estilo de lo que debían ser los antiguos tintos del Mare Nostrum.
Trispol 2010: 15 €
