Leer la palabra Ribeiro es pensar en vino y evocar el paisaje bucólico de Ourense, con los meandros de los ríos Miño, Avia, Arnoia y Barbantiño, que lentamente horadan el terreno de esquistos y granito en su afán por llegar al Atlántico.
Esta es una comarca vinícola antigua, que ya en el siglo IVX exportaba sus renombrados vinos a Gran Bretaña y Flandes. Para proteger su calidad en Ribadavia se establecieron normas para garantizar la calidad y autenticidad de los ribeiros, que históricamente han sido blancos, tintos y “tostados”, vinos naturales semidulces hechos a partir de uvas sobremaduras muy sanas.
Una de las claves del éxito de los vinos gallegos actuales ha sido la recuperación de las varietales tradicionales. En este sentido, la Treixadura es al Ribeiro como son la Albariño a Rías Baixas o la Godello a Valdeorras, aunque existan otras castas autóctonas minoritarias.
La Treixadura está perfectamente aclimatada a esta zona, de temperaturas suaves y buen nivel hidrológico, donde expresa todo su potencial. Sus vinos alcanzan con facilidad buen grado, pero tienen la virtud de conservar un alto porcentaje de acidez total, lo que los hace ligeros y equilibrados. Existen monovarietales de Treixadura en el Ribeiro, pero la mayoría de bodegueros apuestan por incorporar una parte de vino hecho con otras varietales autóctonas para aumentar su estructura.
Luis Carlos de la Peña fue el impulsor de la bodega familiar del Pazo Casanova, un caserón del siglo XVIII que cuenta con 10 hectáreas de viñedo dentro del recinto amurallado del pazo. La asesoría vitícola y enológica es de José Hidalgo y Ana Martín, que combinan los modernos equipos de elaboración con el cultivo en “producción integrada”, práctica con la que fueron pioneros en esta zona. Este es un compromiso con el medio ambiente que se traduce en la alta calidad conseguida en el viñedo, por lo que se han convertido en referente dentro de su DO, incluso se plantean trabajar en cultivo ecológico en un futuro próximo, con lo difícil que puede resultar en este clima.
Su vino más conocido es el Casanova, hecho con un 80% de Treixadura y completado con Godello, Albariño y Loureiro. Un vino de color amarillo pajizo con tonos verdosos y aroma de buena intensidad a frutas de hueso (albaricoque), fruta blanca (melón, peras), heno fresco, balsámico, floral y mineral. En boca es contundente, sabroso, fresco, largo y persistente. Un vino para hacerse un pequeño homenaje con un poco de marisco y pescado a la plancha. Sano, sano.
Casanova 2012: 9 €
www.pazocasanova.com
