El bálsamo del monasterio

botella-Licor-Carmelitano-styl

‘LICOR CARMELITANO’, BENICÀSSIM, CASTELLÓN.
Luis Moreno Buj.

Los monasterios y conventos españoles son parte fundamental del patrimonio histórico, artístico y cultural. Su influencia en la sociedad política, militar y religiosa se desarrolló tanto en sus inicios en los primeros siglos del cristianismo como durante la Edad Media, con una actividad importante en el afianzamiento y repoblación de los territorios que se iban ganando a los árabes durante la Reconquista. Por ello es mayor el número de monasterios en la mitad norte de la Península Ibérica que en el sur.

Con posterioridad los conjuntos monacales se fueron transformando conforme evolucionaban, o bien aparecían nuevas órdenes, como las de los benedictinos de Cluny, Císter, cartujos, agustinos y las órdenes mendicantes y militares, entre otras. En muchos lugares el establecimiento de un monasterio supuso una mejora en la agricultura, y que surgiesen poblados en las proximidades a sus instalaciones.

Una de sus actividades estratégicas era la enfermería, complementada con la botica y los huertos de plantas medicinales. Para ello contaban con monjes instruidos en la preparación de medicamentos y pomadas, así como con alambiques con los que destilaban esencias y licores.

La orden del Carmen construyó en el siglo XVII su ‘Desierto’ (lugar aislado y deshabitado) en el macizo del ‘Maestrat’, en la provincia de Castellón, donde crece un tipo de palmera enana conocida localmente como ‘palmito’ o ‘margalló’. Los avatares de la historia perjudicaron en diversas ocasiones las edificaciones y propiedades monacales de toda España, como ocurrió en la guerra de Sucesión, la Independencia, las guerras Carlistas, o las desamortizaciones de los bienes de la Iglesia.

En 1835 la Villa de Benicàssim tuvo que interceder a favor del Desierto de Las Palmas en agradecimiento a la ayuda que prestaron sus monjes a la población en una epidemia de cólera ante la Real Orden de Exclaustración Eclesiástica decretada por el Gobierno. Años más tarde el convento recupera su relevancia y el Desierto es declarado noviciado en 1880.

Es en aquella época cuando comienzan a comercializar el licor de hierbas con el fin de recabar fondos para la institución. El difícil acceso a la montaña donde se ubica la segunda construcción del Monasterio hizo que en 1912 se mudasen las Bodegas y Destilerías Carmelitano a la población, y ahora se cumple el 100 aniversario de este traslado.

En la actualidad todavía se destila el famoso Licor Carmelitano con la fórmula antigua, compuesta por más de 40 plantas aromáticas y especias. El proceso de elaboración comienza con la maceración en alcohol de los ingredientes, que se vuelve a destilar de forma artesanal. El licor obtenido reposa en conos de madera de roble americano durante seis meses, hasta que está listo para su embotellado.

Licor Carmelitano: 15 euros

www.carmelitano.com

Compartir
Share on FacebookTweet about this on TwitterShare on LinkedInEmail to someone