TOKYO, PRIMER DÍA.

JAPÓN: DIARIO DE VIAJE (1), texto y fotos de Josep Pena, agosto 2011.

Después de 2’5 horas de vuelo a Frankfurt, un transfer precipitado en una hora y poco, casi 11 horas hasta Narita y 2 horas de bus hasta Shinjuku, el distrito de Tokyo donde pasaremos estos días, per fi, hem arribat!!!

El resto de la mañana lo dedicamos a callejear por el barrio, comiendo alguna cosilla y adaptándonos al ambiente tokiota. A última hora de la tarde cenamos en el restaurante de la planta 25 del Washington Hotel, con unas vistas de infarto y unos precios sólo de angina de pecho. Nos hemos animado y, pese al cansancio, vamos a dar una vuelta por las cercanías a ver si nos tomamos una “japo-birra”.

En nuestro segundo día en tokyo nos hemos pegado un palizón de muerte. Hemos subido a las Goverment Towers, desde cuyo piso 45 se ve una impresionante panorámica de la ciudad. Luego, tras perdernos varias veces por arriba y por abajo (el metro de Tokyo es una especie de laberinto ignoto e incognoscible) hemos pateado la zona de putiferios, cabarets y bares anacrónicos en medio de modernos rascacielos. También hemos comido anguila frita y brochetas de sus tripas (una exquisitez digna del sogunato de Edo) en un barucho incrustado en un callejón que parece detenido en la época de la ocupación (Omoide-Yokochó).

Cientos de edificios de espectaculares y variadas arquitecturas y jardines inmensos han llenado la tarde. Después de ver un sinfín de “Lolitas” ataviadas con ropitas de estilo victoriano, o disfrazadas de personajes manga, anime y hentai en el área de Kabukichó, hemos encontrado el restaurante de nuestra vida, un local abierto las 24 horas en la calle Azuma. Peceras a la entrada con pescados, mariscos, ostras y demás delicatesen marinas. Mesas sobre tatami (comes descalzo) y parrillas en cada mesa. Tomamos ostras a la brasa, ensalada de sashimi y demás viandas de difícil definición, el consabido surtido de sushi y una tempura de alga nori. Dos cervezotas y un heladito de chocolate: todo por unos 35 euros dos personas. Yolanda, mi mujer, y yo hemos salido cantando en japonés, más contentos que Naruto y la princesa Mononoke y nos hemos vuelto para el hotel, previo paso por una tienda de vinos, y estamos matando el jetlag con un Moscato d’Asti de aceptables hechuras.

MÁS DÍAS EN TOKYO

Una vez descubierto lo que parecía el incognoscible metro de Tokyo, pues eso, que ya es conocido. Ha costado pero ha valido la pena: ahorra tiempo y dinero. El tercer día fuimos al barrio de Kanda y la Estación Central de Tokyo (en obras desde el terremoto del pasado Marzo). Hemos visto lo poco que te dejan ver del Palacio Imperial y los jardines de alrededor. Después, fuimos al parque Kitanomaru, dentro del cual se encuentra el museo de Ciencia. No vayáis, a no ser que tengáis menos de 12 años. Aparte de unas risas con unos vídeos que nos hicimos saltando en una colchoneta, con efectos especiales y alguna chorradita más, nada que rascar. Entramos en el Nihon Budokan, la Meca del Kendo, y tuvimos la oportunidad de ver un montón de militares haciendo artes marciales vestidos de… esto, vestidos. La verdad es que produce un cierto respeto. Por último, visitamos el Santuario Yasukuni (Yasukuni Jinja) dedicado a los millones de japoneses muertos en actos de guerra. La polémica que rodea al santuario se debe a que incluyeron entre los muertos a un grupo de criminales de guerra, lo que no sentó nada bien a los habitantes de los países vecinos, principales víctimas de las acciones bélicas del imperio nipón.

Ayer pasamos el día en el Monte Fuji y en Hakone. El Fuji debe ser muy bonito. Digo “debe ser” porque nos cayó una tromba de agua cuando estábamos en la 5ª estación (antes de subir la parte final) que hacía que no se pudiera ver más allá de los zapatos. Algunos sherpas tiraron hacia arriba con gente pero nosotros ya no estamos para esas gaitas. El resto, una horterada para guiris consistente en teleférico y crucerito en una imitación de barco pirata por el lago de Hakone. Las vistas: suponemos que también muy bonitas porque, si arriba llovía, abajo había una niebla que habría hecho dudar a un Londinense. El caso es que, a última hora de la tarde el cielo abrió un poco entre las nubes y la cima del Fuji se dejó admirar por unos instantes. Día gris en todos los sentidos. Ir a la zona es algo complicado, pero las horteras excursiones organizadas no son aptas para viajeros “por libre”. Si se quiere subir al Fuji, es mejor contactar con algún grupo excursionista o coger algún guía, una vez llegados a la 5ª estación. Y tener suerte con la climatología.

Hoy nos hemos perdido por Harayuku y Shibuya, disfrutando de templos y jardines para terminar fotografiando las Lolitas que gustosas han posado para nuestras cámaras fotográficas. Otra de las numerosas tribus urbanas que pueblan Tokyo es la de los Cosplay. Hay que ser un experto antropólogo social para distinguirlos, aunque quizá sólo baste con ser joven y japonés para reconocerlos. Muchos de ellos son adolescentes que sufren bullying en sus escuelas y que encuentran en esta forma de vida una salida a su penosa existencia cotidiana. Algo sí une a todos ellos: el culto a la juventud y el predominio de la estética sobre todas las cosas. Hay mucho más de pose y apariencia que de ideas o de política. Manga y “post-post-modernidad”.

Hemos preferido huir de recomendaciones y hemos acabado en un chiringuito subterráneo de un callejón junto al puente de Jingu (el de las Lolitas), comiendo de Koreano: tradicional sopa de pescado, una especie de kubak de arroz y marisco y un postre japonés al cual nos han invitado y que unía dulce, picante y salado a la vez, de forma que, yo he aguantando como he podido, Yolanda se lo ha tragado entre muecas de pánico y nos hemos ido corriendo a hacernos un helado y un café frío para quitarnos el regusto. Todo sea por no faltar al respeto de quien te ofrece lo que tiene.

Mañana nos vamos a Kyoto con el Shinkansen, por lo que ya hemos activado el Japan Rail Pass que llevamos para 15 días (algo así como un Inter-Rail que te permite viajes ilimitados en la práctica totalidad de los trenes de Japón). Esta noche pensábamos ir al Nakayima: una estrella Michelín en el barrio de Shinjuku, muy cerca de nuestro Hotel pero nos hemos encontrado que cierra domingos, así es que lo dejaremos para la vuelta a fin de mes.

Compartir
Share on FacebookTweet about this on TwitterShare on LinkedInEmail to someone